Asturias: la España verde desconocida en Europa

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Fiestas de Asturias

Asturias representa la España verde y húmeda que Europa desconoce, frente a los tópicos de Andalucía y Castilla que dominan la imagen exterior.

El carácter asturiano se define por su laboriosidad y pragmatismo, alejado del misticismo y la braveza atribuidos al castellano.

La región vive una transformación industrial masiva donde el campesino se convierte en obrero con naturalidad y sin conflictos internos.

Asturias constituye una parte fundamental de la España verde que permanece desconocida para Europa. Mientras el continente solo reconoce los estereotipos africanos y meseteños, la región cantábrica con sus montañas verdes y valles húmedos sigue siendo una gran desconocida.

Esta invisibilidad histórica ha condicionado incluso la interpretación de su pasado. La gesta de Covadonga ha sido reducida por la crítica moderna a una simple escaramuza, despojándola de su épica tradicional.

Los itinerarios circulares delinean sus trazados a través de las hazas en donde se dora el trigo, pero la España revestida de verdes praderas queda a trasmano.

El carácter asturiano se define por oposición al castellano. Mientras a este último se le atribuyen:

  • Misticismo y espiritualidad exacerbada
  • Bravura y tendencia a la fanfarronería
  • Caballerosidad y ideales quijotescos
  • Pobretería orgullosa

El asturiano muestra un perfil completamente diferente: sesudo, práctico y laborioso. Prefiere los oficios más humildes antes que caer en la mendicidad.

La antropología respalda estas diferencias. Según los estudios de Olóriz, en España coexisten tres tipos humanos bien diferenciados. El asturiano corresponde al Homo europeus, marcadamente distinto de sus compatriotas.

En España se acentúan más que en ninguna otra nación de Europa las diferencias regionales.

Esta diversidad se explica por la antigüedad de estos pueblos, moldeados durante siglos por su medio ambiente específico. Como en las familias de rancio abolengo, sus miembros son inmediatamente reconocibles por sus características distintivas.

La teoría de Buckle que atribuye el atraso español a la sequía y el calor resulta inaplicable a Asturias. Como ya señaló Feijoo, la abundancia de lluvias no produce almas torpes, sino todo lo contrario.

El alma asturiana se caracteriza por su independencia y desembarazo frente al poder central. Avanza con determinación propia, afectada en menor medida que otras regiones por los vaivenes políticos de Madrid.

Asturias vive por sí misma, con vida exuberante, que rebosa a otras regiones.

Esta autonomía espiritual se manifiesta especialmente en tiempos de crisis. Mientras otras regiones se hundían ante el desgobierno, Asturias encontraba en la adversidad un acicate para su actividad.

La transformación más significativa ocurre en el paso del ruralismo al industrialismo. El campesino asturiano descubre que su verdadera vocación no es agrícola, sino industrial.

  • Transición natural del campo a la fábrica
  • Adaptación inmediata a la maquinaria moderna
  • Conservación del huerto familiar como actividad complementaria

Esta transformación es tan profunda que incluso los ríos, como el Nalón, ven sus aguas contaminadas por los residuos carboneros de fábricas y minas.

La industria, como lamparón de aceite, cunde por aquellos valles, y allí adonde la mancha alcanza, la agricultura muere.

El precio de este progreso material es la carencia de idealidad. Asturias produce grandes industriales y trabajadores, pero no artistas de talla universal.

En el campo estético, como señala Emilia Pardo Bazán, si Asturias se separase de España, no supondría pérdida alguna para el patrimonio artístico nacional. No han surgido de sus valles:

  • Pintores de relevancia universal
  • Escultores reconocidos
  • Poetas de influencia duradera
  • Músicos innovadores

Las excepciones confirman la regla. Campoamor y Ochoa nacieron en Asturias, pero su reconocimiento vino de fuera. Incluso dentro de su tierra natal fueron considerados meros "literatuelos".

El alma asturiana es seca y estoposa; no es cerril como en ciertas regiones, pero le faltan alas y tiene demasiada cargazón de metal.

El humorismo asturiano muestra dos vertientes: el refinamiento libresco de Ochoa y el humor directo de Aza. Este último representa el genuino humor asturiano, chancero y zumbón, muy diferente del donaire pintoresco de los Quintero.

La conexión espiritual con el mundo sajón se manifiesta en la recepción de Armando Palacio Valdés, cuyas novelas circulan por Gran Bretaña como en su patria propia.

La movilidad geográfica del asturiano presenta una aparente contradicción: mientras desde su tierra natal siente ansias de recorrer mundo, desde el exterior añora con obstinación volver a su caserío natal.

Desde su solar el mundo se agranda y siente ansias volanderas; desde fuera, el mundo se empequeñece hasta reducirlo a su solar.

Esta mentalidad explica que entre la pobreza española haya pocos asturianos. La miseria de esta región no se echa a la calle a pedir limosna, sino que se lanza al mundo en busca de oportunidades.

Mientras sobre el resto de España flota la sombra de Don Quijote, sobre Asturias se cierne la de Sancho Panza: práctica, terrenal y orientada al provecho material.

La conclusión es clara: lo que Asturias necesita en los umbrales del siglo XX es otra figura como Jovellanos, el ilustrado que supo guiar su desarrollo en los inicios del siglo XIX.



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